El mariachi deleito. Viejos y jóvenes bailaron gozosamente al son de guitarras, violines, y trompetas que con la misma destreza tocaban desde sones hasta polkas.
Hombres y mujeres cantaron. Algunos de alegría, otros de un profundo sentimiento como aquel hombre que con añoranza canto “Las Botas de Charro” como recordando aquel amor a quien las canicas le parecían un tonto juego infantil.
Los oyentes por su parte, emprendieron un melodioso viaje donde pasaron por el regocijo del Pávido Navido, atravesaron la nube de donde Cornelio Reyna se cayó para amanecer otra vez donde la Tequilera con orgullo y un moño colorado pinto un mundo raro.
La celebración, sin duda, será inolvidable tanto para invitados y anfitriones como para los músicos, quienes fueron una parte esencial del jolgorio.
